viernes, 15 de junio de 2012

¡Págate a ti mismo!

"Págate a ti mismo. Págate una renta mensual". Ese fue el consejo que recibí de uno de los directores de la dependencia en la que trabajaba. En ese entonces, era mucho más chavo y empezaba a sufrir con mis finanzas personales. Para ese momento, ya acarreaba saldos en mis tarjetas de crédito y buscaba alternativas de solución para pagar mis deudas.

Recuerdo que estaba platicando de finanzas personales con este director. Seguramente le pedí prestado (una de las muchas cosas que hacemos/hicimos los que tenemos/tuvimos deudas). Fue entonces cuando se dijo sorprendido de que alguien tan joven, alguien que empezaba a trabajar, tuviera deudas en sus tarjetas de crédito. Me empezó a decir que tenía que reducir mi gasto y me recomendó ahorrar. Y justo uno de esos consejos fue el que le da título a este post: "Págate a ti mismo".

Se refería a que, todos los meses, destinara una cantidad fija (una renta) al ahorro. Y ese monto debía estar considerado en todas mis quincenas como un pago más. Es decir, no iba a ahorrar "lo que me sobrara" de cada quincena. Iba a hacer un compromiso de ahorro conmigo mismo destinando una cantidad fija mensual a ahorrar.

Seguí ese consejo desde entonces y puedo decir que logré reunir un fondo que eventualmente me sirvió para ir pagando poco a poco mis tarjetas de crédito. Para mí, esa forma de ahorro resultaba novedosa: no como un enfoque residual, sino como un compromiso.

Ahora, puedo decirte que ese mismo argumento lo puedes utilizar para ahorrar en muchos otros aspectos de tu vida diaria. Por ejemplo: si estás en tu casa y decides que, en lugar de llamar a la muchacha, tú vas a ordenar tu cuarto o a limpiar tu closet o a lavar los trastes, ¡págate a ti mismo lo que le hubieras pagado a la muchacha! Si te preparas tu propio desayuno antes de ir al trabajo, ¡págate lo que le hubieras pagado de propina a un mesero! Si haces tú mismo una reparación en tu departamento o decides colgar aquel cuadro que te regaló tu novia en tu cumpleaños en vez de pagarle a alguien que lo haga, ¡págate tú mismo!

Los economistas nos referimos al costo implícito de una decisión como su "costo de oportunidad". Y dicho costo de oportunidad lo medimos a través de la "segunda mejor alternativa". Los ejemplos que te platiqué en el párrafo anterior son ejemplos de costos de oportunidad. La idea es capitalizar ese costo de oportunidad.

Con este pequeño consejo, no sólo obtendrás ahorros importantes. Capitalizarás tu ahorro (materializando o monetizando tu costo de oportunidad) y te sentirás mejor contigo mismo dándole mayor valor a las cosas que haces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario